Los relojes cansados, en su
continuo avanzar,
dejan rastros imborrables en cada uno,
van gastando las montañas de la necesaria sal
con sus campanas de ecos repetidos e inoportunos.
Llama continuamente el camino y, sin escudos
aparece delante leyendo un viejo misal,
la comitiva de recuerdos robados al futuro
con su baile estrambótico y risa antinatural.
Los campos se abandonan, sin crecer los frutos,
cuanto trabajo costó obliga a pensar
porqué se levantaron esos insalvables muros
con el enemigo dentro, salvaje, sin domesticar…
Siempre un continuo huir buscando otros mundos,
siempre perseguidos por un hambre casual
que mantiene el ánimo de un terminal moribundo
tras respuestas ocultas en indescifrable manual.
Suena el despertador y amanezco frío y desnudo
fuera del lecho conocido sin motivo causal
y con los sentidos hechos un intricado nudo
imposibles de entender, pues carece de final.
Chame.
dejan rastros imborrables en cada uno,
van gastando las montañas de la necesaria sal
con sus campanas de ecos repetidos e inoportunos.
Llama continuamente el camino y, sin escudos
aparece delante leyendo un viejo misal,
la comitiva de recuerdos robados al futuro
con su baile estrambótico y risa antinatural.
Los campos se abandonan, sin crecer los frutos,
cuanto trabajo costó obliga a pensar
porqué se levantaron esos insalvables muros
con el enemigo dentro, salvaje, sin domesticar…
Siempre un continuo huir buscando otros mundos,
siempre perseguidos por un hambre casual
que mantiene el ánimo de un terminal moribundo
tras respuestas ocultas en indescifrable manual.
Suena el despertador y amanezco frío y desnudo
fuera del lecho conocido sin motivo causal
y con los sentidos hechos un intricado nudo
imposibles de entender, pues carece de final.
Chame.
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