Reconozco
esa piedra del camino
con la que continuamente tropiezo,
e intento evitarla y, de nuevo tropiezo
pues se introduce en mis destinos.
La conozco, sueño con ella, me obceco
y por ello, no ceso de crearla
por la fuerza del invoco de la palabra
como un mantra en su infinito eco.
Y así todo problema se agrava
y, la realidad pierde el respeto
cuando se pierde el perfecto
equilibrio que nos encausa.
Por eso la llevo en el bolsillo
y cuando lo necesito, tropiezo
para perder mis equilibrios
cuando la pongo en medio del pasillo,
en medio de mis locuras y sus festejos
en la búsqueda de la lógica y sus sentidos…
Chame.
con la que continuamente tropiezo,
e intento evitarla y, de nuevo tropiezo
pues se introduce en mis destinos.
La conozco, sueño con ella, me obceco
y por ello, no ceso de crearla
por la fuerza del invoco de la palabra
como un mantra en su infinito eco.
Y así todo problema se agrava
y, la realidad pierde el respeto
cuando se pierde el perfecto
equilibrio que nos encausa.
Por eso la llevo en el bolsillo
y cuando lo necesito, tropiezo
para perder mis equilibrios
cuando la pongo en medio del pasillo,
en medio de mis locuras y sus festejos
en la búsqueda de la lógica y sus sentidos…
Chame.
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